LA FORTALEZA DE LA APERTURA DE MENTE.






LA FORTALEZA DE LA APERTURA DE MENTE.

La apertura de mente (juicio y pensamiento crítico):

La fortaleza de la Apertura de Mente forma parte del conjunto de las fortalezas que son parte de la Virtud de la Sabiduría y el Conocimiento. El conocimiento es el antecedente necesario de la Sabiduría. Desde el punto de vista evolutivo van desde la más básica, que es la curiosidad, hasta la más compleja que es la perspectiva, la creatividad, la apertura de mente y el amor por el aprendizaje son también pasos importantes y necesarios para adquirir la sabiduría por medio del conocimiento.

El tener una mente abierta es pensar en las cosas con profundidad y desde todos los ángulos. Incluye el deseo de considerar la evidencia en contra de las creencias, planes y objetivos de uno mismo y revisarlos, si es necesario.

Las personas que tienen esta fortaleza piensan las cosas con detenimiento y las analizan desde todos los puntos de vista. No se precipitan al extraer conclusiones y sólo se basan en pruebas fehacientes para tomar decisiones. Son capaces de cambiar de opinión.

Hablamos de juicio refiriéndonos al ejercicio de analizar la información de forma objetiva y racional para conseguir el bien propio y el de los demás. En este sentido el juicio es sinónimo de pensamiento crítico. Representa la orientación realista y es contrario a los errores de lógica que suelen atormentar a los depresivos, como el exceso de personalización: el pensar siempre es por mi culpa, o el pensamiento dicotómico: las cosas son blancas o negras.

Las personas de mente abierta se adhieren fielmente a los estándares para considerar las evidencia de manera justa.

Esta fortaleza actúa de manera contraria al sesgo dominante de considerar las cosas sólo desde el punto de vista propio, que no deja a las personas considerar puntos de vista diferentes a los suyos propios.

Lo contrario de esta fortaleza es pensar de maneras que favorezcan y confirmen las ideas previas. Forma parte significativa del saludable rasgo de no confundir los deseos y necesidades de unos mismo con la realidad del mundo.


Seligman, M. (2005) La auténtica felicidad.

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